jueves, 20 de octubre de 2011

Te morís

Te morís.

Te morís y lo único que queda de vos son unas plantas marchitándose en el balcón, a las que alguna lluvia ocasional puede alargarles la vida durante un tiempo, hasta que venga el verano y no llueva por unas semanas, y el sol pegue tan fuerte que para cuando llueva sólo queden unos rastrojos amarillentos que no revivirán por más agua que les caiga encima. Porque están muertos. Como vos.

Te morís y lo único que queda de vos es tu recuerdo en algunos seres queridos que te llevarán flores a la tumba en algún aniversario, o pondrán tu canción en tu cumpleaños, o brindarán por vos en alguna cena, o mirarán al cielo cuando hagan un gol y te lo dedicarán. Durante un tiempo, claro. El dolor irá pasando, los recuerdos pasarán a ser anécdotas que cada vez serán más de esas personas y menos de ambos, a fuerza de repetición y deformación. Y al final, sólo serás recuerdos distorsionados en alguna anécdota que alguien le cuente a personas que no te conocieron ni te conocerán por esa anécdota porque no sos vos quien está ahí, sino que es un momento de una persona que por lo demás podría haber sido completamente distinta en todo salvo en eso. No te conocerán.
Y no podrán conocerte nunca porque estás muerto.

Te morís y lo único que quedará de vos será tu perfil de facebook con mensajes de condolencia y dolor en tu muro, que irán espaciándose hasta que sólo te recordarán cuando facebook les avise que es tu cumpleaños, y ahí se darán cuenta que te extrañan, y volverán a escribir en tu muro. Aunque en realidad no es tu cumpleaños porque vos no cumplís más porque estás muerto.

Te morís y te quedan 50 pesos sin pagarle al almacenero, un sobretodo que no fuiste a buscar a la tintorería, tu nombre en una factura del teléfono que nadie se molestará en cambiar, el libro que te prestaron y que te quedó a la mitad y no vas a saber el final de la historia porque el tuyo te llegó antes, te queda sin hacer ese llamado en el que tenías cosas que decir, te quedaron consejos sin dar y abrazos por recibir porque fue todo tan repentino que no te diste cuenta que te ibas a morir.

Pero te morís.
Y la vida no te avisa.
Así que no estemos muertos en vida que con una muerte es más que suficiente.
Y una viene en el contrato.