Mis ganas de incendiar Telecentro se consolidaron fuertemente la quinta vez que llamé para dar de baja la televisión por cable –que había contratado sólo para ver el mundial– sin perder el descuento de internet que tenía antes de eso, tal como me habían prometido que sucedería. El sistema automatizado de whatsapp me ofrecía pagar un 50% de descuento durante un año pero si daba de baja el cable perdía el descuento y pagaba casi lo mismo. Me quemaron tanto que di de baja todo.
A las 5 de la tarde se cortó internet. Me di cuenta que no iba a poder trabajar,
así que decidí aceptar la oferta que me habían mandado minutos antes para luego
darlo de baja días después ya teniendo otra compañía. Como no volvía internet,
más tarde llamé por sexta vez, más quemado que Telecentro si hubiera llevado a
cabo mi deseo, pero esta vez me atendió Agustina.
No sólo revisó todo mi caso y me contó que me estaban cobrando el hd sin haberme
avisado sino que me lo bonificó automáticamente. Entre el beneficio por no irme
y lo que me bonificó ella, el abono de 4630 pesos terminó teniendo tal
descuento que mi cuota mensual de internet, teléfono fijo y cable quedaba en
550 pesos.
Nos sorprendimos los dos. Pude sentir su genuina alegría por haberme conseguido
esa ganga. Lo chequeó y daba eso. Hubo como un pacto tácito de no toquemos nada
que esto es un golazo y si no querés tele no la prendas, y un agradecimiento
improvisadamente torpe pero sentido de mi parte. Con un poco de empatía logró no
sólo que me quede, sino también que tenga televisión por cable después de 10
años.
Telecentro tiene unos infames tiempos de espera en el teléfono mientras te
repite una y otra vez que también podés hacerlo por internet o por la app como
diciendo por qué no nos dejás de romper las pelotas y aprendés a manejarte
solitx, tiene personas en atención al cliente como lxs cinco con lxs que hablé
antes que sólo saben leer el guión y repetirlo sin escuchar lo que dicen ni
intentar solucionarte nada.
Tiene un whatsapp automatizado que me hizo admirar a quien les sacó dinero por
algo que funciona pésimo y es tan básico que sólo entiende sí o no sin ningún
matiz, tiene una insoportable insistencia a que te aprendas tu número de
cliente cuando pueden buscarte por dni mientras me pregunto de qué carajo les
sirve que me aprenda eso, y un montón de otras cosas odiables.
Pero también tiene personas como Agustina, que me hacen acordar que las
multinacionales no tienen corazón pero algunxs de lxs que trabajan ahí sí. Y
cansado de esos peoncitos desclasados que defienden megaempresas como si les
fueran a dar acciones de la compañía por ello, encontré a alguien que en lugar
de dedicarse a odiar a los clientes intenta ayudarlos y se alegra cuando lo
consigue. Así que seas quien seas, gracias. Les deseo a todxs muchas más
agustinas y muchos menos telecentros.