Construir nuestro camino en base a cambiar de
lugares para descubrir uno nuevo y no para escaparnos de uno viejo. No huir.
Avanzar. Volver si es necesario o si fallamos en la última curva. Pero salir
rápido de nuevo. A buscarnos. A
perdernos. A conocer cosas nuestras que sólo se encuentran cuando nos vamos de
nosotros. A conocer cómo somos nosotros cuando el entorno cambia completamente
porque ahí es cuando descubriremos qué parte de nosotros éramos nosotros y qué
parte de nosotros era el entorno. Ahí es cuando nos conoceremos más porque
conoceremos a dos nosotros mismos, y en lo que tengan en común se encontrará
realmente lo que somos.
Cada viaje, cada camino, nos guarda a otros
nosotros mismos que sólo van a existir si nosotros los descubrimos y sólo los
podemos descubrir si nos detenemos frente a ellos, si vamos a su encuentro
dispuestos a cerciorarnos de lo que creemos ser aún a riesgo de descubrir que
no lo somos. Sino vagarán por el limbo de los nosotros mismos que alguna vez
pudimos ser y ya no seremos.
Sino seremos menos nosotros
mismos de lo que podríamos haber sido.