Somos las sombras. Las
sobras. La letra chica de los finales felices. La putrefacción de los ideales más
altruistas. La cocaína de las más inocentes aspiraciones. Somos el cargo de
conciencia y la reincidencia.
Somos el buscarnos fuertes y el abandonarnos débiles unos a otros. Somos lo que
emerge cuando no podemos mantener el personaje. Somos la soledad, y la
infravaloración de ella. Somos las promesas que ayudamos a romper. La moraleja
no aprendida de los cuentos infantiles.
Somos la diletancia. La
procrastinación. Somos las palabras de moda.
Somos el bloguear, el googlear, el twittear, el facebookear, el youtubear. Somos
los verbos que nos inventamos.
Somos lo solidarios que creemos ser y lo egoístas que somos. La eyaculación
precoz de la espiritualidad. Somos el asco y la intolerancia cuando no podemos
reprimirlos. Las piedras sobrantes de una sobrevalorada escultura ética.
Salimos a la calle a buscar lo que no somos, lo que no podemos ser.
Nos apegamos a lo que quiera irse aunque quisiéramos que se vaya.
El dolor termina determinando lo que somos.
Por eso somos las
sombras.-