sábado, 29 de agosto de 2020

Canciones desde el Búnker: Las flores inertes de la primavera

 Esta canción la estrené pocos días antes de irme de gira en 2017, donde toqué en 7 ciudades de España (Madrid, Santiago de Compostela, Pontevedra, Bakio, Bilbao, Barcelona y Valencia) y en el Principado de Andorra, entre autobuses, trenes y blablacars. Mi teclado, mi guitarra y yo.

En Pontevedra toqué con mi amigo Queco en un bar que llevaba Mikel, que además de tratarnos hermosamente bien y pagarnos de más, me regaló un montón de cogollos que me alegraron parte del viaje. A Nereah la conocí cuando fui a tocar a Bakio, un pueblito surfer de 2.500 habitantes cerca de Bilbao. Desde ahí tiene en su bio “crecemos con cada dolor y con cada aeropuerto”, que es una frase de esta canción y siempre que la canto me acuerdo de ella. De ahí fuimos con mi amigo Kike y su hija Paule a San Juan de Gaztelugatxe, un islote que hizo de Dragonstone en Game of Thrones. Si le sacamos todo lo que le pusieron por computadora queda una ermita con una campana, que hay que hacer sonar 3 veces y pedir un deseo. No me acuerdo qué pedí. En Barcelona toqué con mi amigo Blas en un Club de cannabis y ahí conocí a Dani El Rojo: un ex ladrón de bancos que estuvo 3 veces preso, salió de la heroína, fue custodio de Messi y Calamaro y escribió varios libros. Como al otro día yo tocaba en Andorra y aún me quedaban flores de Mikel, le pregunté qué onda para cruzar. Me dijo que él dejaba todo escondido de este lado de la frontera y volvía a buscarlo al volver. Teniendo en cuenta que según la policía española Dani robó más de 150 bancos, si él no cruzaba con nada, yo no cruzaba con nada. Así que mi amigo Blas fue el feliz destinatario de mis últimos cogollos. En Andorra, el lugar de Toni era precioso, él me trató increíblemente bien y conocí a mis queridos Olga y Jordi. De ahí me fui hasta Valencia en blablacar con una pareja de rumanos que hablaba en su idioma mientras me miraba. Me dejaron en lo de mi hermano Juanjo. Con él y Richard nos fuimos a comer paella y anguilas a la zona de La Albufera. Después nos fuimos a las playas vírgenes del parque natural. El agua del mar de Valencia es la más cálida y transparente que conozco.

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